Por aquel entonces tenía un largo camino que recorrer. Un sueño que alcanzar.


Mientras bajo andando por aquel largo sendero de camino a casa, susurro: “Siento ser así”. - Una inocente mariposa revolotea entre las flores hacia el cielo azul. Me siento pérdida entre tanta tristeza, sola, y mis lágrimas se derraman. Recuerdo aquel día, hacía frio, era una tarde lluviosa y gris, demasiado larga. Esto es demasiado triste, duele. En aquel tiempo tú me amabas y yo no me sacrifiqué. Maldito orgullo.


Recuerdo que aquella tarde dijiste: “Bésame y quédate conmigo, nuestro destino es eterno, continuará hacia delante, agitándose con fuerza y luz”. - ¿Cómo podías sonreír por mí? - “No importa si no haces nada, quiero estar contigo para siempre, quédate a mi lado eternamente”.


Me acariciaste la mejilla con suavidad y la besaste. Tu calor es tan dulce. Por aquel entonces, yo era una persona débil y cruel, una tonta, pero tú me perdonaste. Aquella tarde, fría, contesté: “Bésame y di adiós, nuestro destino resuena débil y amargo. Tengo que alcanzar un sueño”. - ¿Cómo podías llorar por mí? Ahora, no importa si no dices nada, tan solo quiero estar contigo para siempre, eternamente a tu lado, sonriéndome.


Bésame y quédate conmigo, nuestro destino es eterno, continuara hacia delante, agitándose con fuerza y luz. No importa si no haces nada, quiero estar contigo para siempre.


Quédate a mi lado eternamente, sonriéndome…