Tenía siete años y tú tenías nueve años, te miré como las estrellas que brillan el cielo, como bonitas luces. Nuestros padres solían bromear sobre nosotros, sobre como crecíamos y nos enamorábamos, y nuestras madres reían, mientras posaban sus ojos y hablaban de nosotros.


Llévame a la casa del árbol que estaba en el patio, donde te dije tu me pegarás, eras más grande que yo, pero nunca lo hiciste, nunca llegaste a hacerlo. Llévame al tiempo en el que nuestro mundo estaba rodeado por un enorme muro. Te desafié a besarme y corrí cuando lo intentaste, éramos solamente dos niños, tú y yo.


Tenía dieciséis años cuando de repente ya no era aquella niña pequeña que solías ver, pero tus ojos todavía brillaban como estrellas. Nuestros padres solían bromear sobre nosotros, ellos nunca creyeron que nosotros realmente nos enamoraríamos y nuestras madres reían, mientras posaban sus ojos en nosotros.


Llévame a las camas que levantábamos a las dos de la mañana en tu camioneta, todo lo que necesito es tenerte a ti a mi lado. Llévame al tiempo en que tuvimos nuestra primera pelea, dimos un portazo en lugar de darnos un beso de buenas noches, y te quedaste fuera hasta la mañana siguiente.


Algunos años habían ido y venido, nos sentamos en nuestro lugar favorito del pueblo y me miraste de rodilla.


Llévame al tiempo en el que anduvimos por el pasillo de la iglesia, todo el pueblo vino y nuestras madres lloraron, tú dijiste lo hago y yo lo hice también. Llévame a la casa donde nos conocimos hace tantos años. Meceremos a nuestros hijos sobre aquel porche delantero después de todo este tiempo, tú y yo.


Tendré ochenta y siete, tu tendrás ochenta y nueve, todavía te mirare como las estrellas que brillan en el cielo, oh mi amor…